Alto rendimiento, sí, adictos… no.
A lo largo de estos años de crecimiento en CHAN! hemos ido aprendiendo en el camino que el trabajo es una tarea fundamental en el equilibrio emocional de las personas. Trabajar nos abre posibilidades, no solo a nivel económico sino también a nivel de desarrollo, de competencias, del pensar, del ser. Hay personas que realmente aman trabajar. Que saben que sus días se fortalecen en el hacer y en el acto de ser parte de un equipo, con objetivos que cumplir y acciones que se vuleven cotidianas. Al mismo tiempo, algunas personas usan el trabajo como una excusa para escapar de otras áreas de sus vidas o de excusarse sobre su hacer-no hacer o incluso ocultarse en el trabajo para no asumir la responsabilidad y el compromiso que implica vivir nuestros días con libertad y construir nuestra propia felicidad.
Es cierto, el trabajo no soluciona los problemas de la vida, y muchas veces he visto personas que están una constante búsqueda de «algo mejor»… como si eso «mejor» permitiera cambiar ciertos hábitos ya instaurados… o hacer las cosas diferentes per se: cuando tenga esto… haré esto… cuando logre aquello, seré feliz…y así pasan la vida esperando lo ideal… o culpando a la empresa de la falta de logros no asociados directamente con sus funciones, dejando la frustración en el trabajo.
La pregunta que quiero plantear hoy en esta nota CHAN! es… ¿Cuál es la responsabilidad que tenemos las organizaciones en la creación de un espacio de trabajo óptimo para el beneficio psicológico-emocional de los colaboradores?
He leído muchas ofertas de charlas de diferentes empresas enfocadas en mejorar la productividad, en tener colaboradores felices, en entregar beneficios y cuanta capacitación exista para que los trabajadores tengan las herramientas necesarias para cuidarse, mantener una buena postura, hacer pausas activas y mucho más… El factor común: todo se enfoca en los colaboradores, siendo la empresa un dispensador de información para que los colaboradores sean quienes tomen o dejen… y cuando se tiene un equipo de alto rendimiento, es MUY posible que se cuente también con un equipo de workaholics (o adictos al trabajo). La responsabilidad de dirigir a un equipo de alto rendimiento se vuelve entonces, un propósito mayor. Hay personas que lo dan todo en su carrera, todo… hasta el burn out.
En CHAN! trabajamos a un ritmo realmente maratónico… nuestros colaboradores lo saben y nuestros clientes lo disfrutan. La cantidad de tareas que se desempeñan a diario son muchas y el volumen no descansa. Vamos a mil, haciendo que las cosas pasen, como una máquina precisa donde cada miembro del equipo cumple una función que se complementa con la siguiente, y la siguiente y la siguiente… con foco en los resultados y la excelencia. Esto es droga pura para ciertas personalidades que ven en este hacer la emoción, la adrenalina, y el placer enorme de hacer que las cosas pasen (me incluyo por supuesto en estos tipos de personas que vivimos desde nuestras pasiones) Este ritmo constante de desarrollo nos ha llevado a tener que generar procesos de descanso y pausas como una metodología de trabajo de excelencia. Estos procesos nos permiten mantener el ongoing de acciones y confiar en el equipo para que las cargas se vayan equilibrando entre todos, pasando de un lado al otro en una sincronía bellísima que pocas veces puede disfrutarse desde afuera… respetar el tiempo de descanso entendiendo la importancia de recargar energía, de recuperar el cuerpo y la mente para seguir creando. Cada paso de esta metodología es cuidado desde la empresa hacia los colaboradores. Sí, se les entregan herramientas, pero no nos desvinculamos del uso de esas herramientas, nos comprometemos en estar atentos y marcar al otro cuando no se cumplen los descansos, o en ayudar cuando vemos que alguien debe parar. Un equipo de alto desempeño se destaca, y se construye día a día.
¿Has trabajado alguna vez en un equipo así? ¿Te gustaría conocer más de nuestra metodología CHAN!?