All you need is -to give- LOVE!

¡Hola, hola! Soy Adri, la más nueva del equipo, y espero que a partir de ahora nos leamos mucho.

En el último año mi vida ha cambiado bastante y he perdido dos hábitos que solían definirme: escribir y ver películas (muchas, muchas películas a la semana). El Blog CHAN! era una de las cosas que más me entusiasmaba al comenzar a trabajar aquí, pues ahora tengo la oportunidad de centrarme en la escritura al menos una vez por mes. Hoy que vuelvo a enfrentar la página en blanco después de un buen tiempo, decidí ponerle más emoción al asunto aprovechando para sumar mi gusto por el cine al proyecto: en cada post hablaré de al menos una película.

Dejando este compromiso de mi parte claro, ¡va mi primera nota CHAN!

¿Alguna vez vieron Marvin’s Room? Si no lo han hecho, les cuento que existe una película del 96 donde Diane Keaton es hermana de Meryl Streep, quien es mamá de Leonardo Di Caprio. No les hablo de esta peli porque sea fanática del elenco, sino porque, como saben, en CHAN! el área de ejecutivas de cuentas se denomina CHAN! Love, y en esta peli aparece uno de mis diálogos favoritos sobre el amor.

El contexto

La película muestra la historia de las hermanas Besie (Keaton) y Lee (Streep); la primera de ellas se ha encargado de cuidar a su padre enfermo y su tía por años, mientras Lee se olvidó de su familia para mudarse con su esposo y ahora vive con sus dos hijos. A Besie le diagnostican cáncer, y se ve en la obligación de pedir ayuda a su hermana para llevar a cabo su tratamiento y cuidar de su papá y su tía.

El diálogo

Bessie: Fui tan afortunada. Tuve tanta suerte en tener a papá y a Ruth. Tuve tanto amor en mi vida… Veo mi vida y sé que tuve tanto, tanto amor.
Lee: Sí, ellos te aman mucho.
Bessie: No me refiero a eso. No. Me refiero a que los amo. Fui muy afortunada por poder amar tanto a alguien.

No sé ustedes, pero a mí me marcó ese bendito diálogo y no sé a cuántas personas les he hablado de él (a muchas más de una vez). Esas líneas bastaron para discutir durante toda una clase de Antropología en la universidad y para cambiar mi forma de aproximarme a los demás.

Lo que nos define, lo único que nos queda al final de cada día que vivimos, eso que nos permite descansar cuando nos vamos a dormir, no es lo que recibimos de los demás, es cuánto amamos; y si piensan que esto suena demasiado cursi, les cuento que para mí es más bien algo muy práctico, pues esta filosofía podemos aplicarla en todos los ámbitos de nuestra vida.

En el mundo laboral, específicamente, dar amor significa hacer las cosas bien, trabajar día a día con foco en obtener los mejores resultados y en lograr que tus objetivos y los de quienes te rodean se cumplan.

Cuando se dice así, suena redondo, pero lo cierto es que cuando te topas con la rutina, tienes una lista de tareas que parece interminable y quieres cumplir con todo el mundo, ponerle amor a las cosas supone un gran esfuerzo. Supone respirar, preguntarte al cumplir cada tarea si estás dando el 101% y haciéndolo de la mejor manera. Supone frenar y tomar el camino complicado si es necesario, hacer las cosas más de una vez, probar cosas nuevas; en el mundo laboral amor es sinónimo de excelencia.

Volviendo al diálogo de Bessie y Lee y pensando en nuestro rol como ejecutivas de cuentas, vemos que no podemos encontrar la realización dentro del trabajo solo en el profit que recibimos; la verdadera realización la encontramos en la certeza de dar un buen servicio, sabiendo que prestamos la atención suficiente a cada etapa de cada proceso y que ofrecimos suficiente amor –excelencia- a nuestros clientes y equipo.

Adriana Gutiérrez