¿Puede la escuela aportar al mundo del Marketing?

Aunque hace más de 10 años que profesionalmente me desempeño en áreas de marketing y comunicación estratégica, mi verdadera pasión es la pedagogía. Inicialmente me formé con ese propósito, el de enseñar, y en mis primeros años profesionales estuve en aula con niños de primaria.

La escuela y una especialización en comunicación y marketing pueden parecer caminos muy alejados, sin embargo, constantemente me vienen a la cabeza analogías, o aspectos de uno de los dos mundos que serían de interés en el otro.

Uno de ellos, es la filosofía para niños. ¿Qué tiene que ver esto con el marketing? Se trata de una corriente pedagógica, que promueve el pensamiento o razonamiento filosófico en niños desde edades tempranas, siempre con preguntas que estén a su alcance. «A filosofar se aprende» dicen. Quien quiera profundizar en el tema que vaya a Matthew Lipman y lea su obra.

Otro autor muy interesante de leer es Michel Tozzi, un pedagogo de la filosofía francés, que en su momento recibió el encargo de diseñar el currículum francés para la Filosofía. El resultado del encargo fue muy sugerente, y se sintetiza diciendo que existen tres competencias básicas a desarrollar en la filosofía escolar: la problematización, la conceptualización y la argumentación. Además, estas competencias tienen un orden, es decir, no se puede argumentar sobre un problema en equipo si no existe una idea común o compartida sobre la problematización o la conceptualización que hemos hecho del tema.

Problematizar es explorar los límites de una idea, listar las incoherencias que podemos encontrar en ella o profundizar en ciertas ambigüedades. Hoy podríamos añadir la búsqueda o exploración de datos o evidencias que sustenten o invaliden ciertas hipótesis.

En el mes en que se celebra el Día del Profesor (al menos en Chile), además de recomendar a Tozzi y a Lipman; he querido traer del mundo educativo al mundo del marketing estas ideas, que me parecen muy útiles para nuestro día a día. De lo planteado por estos autores, me quedo con esta premisa, aplicable al trabajo de cualquier organización o empresa.

Antes de empezar a discutir en serio sobre un problema, invirtamos nuestro tiempo para contestar con el equipo si tenemos clara la naturaleza de este, si hemos rallado bien «la cancha» para debatir qué está dentro del alcance de la discusión y si disponemos de datos o evidencias que nos ayuden luego. Dedicar tiempo a la problematización de un reto es crear un contexto favorable para tener reuniones productivas, en las que todos aporten argumentos y sugerencias coherentes y alineados con el desafío a resolver.

Jimena Carrasco